El Shaddai

En estos tiempos difíciles podemos descubrir a Dios como el Shaddai, quien nos sustenta en nuestro diario vivir.

Dios tiene la particularidad de poseer multiplicidades de atributos en su naturaleza divina y, además de eso y como si fuera poco, la facultad de existir por sí mismo. No es que Dios tenga amor, sino que Dios es amor. Es amor, pero a la vez es sabiduría, misericordia, bondad, justo, santo, etcétera. Por lo tanto podemos decir que un atributo no excluye a otro.

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A lo largo de la Escritura, Dios se revela y se hace llamar de diferentes formas. Lo curioso de esto es que, aunque se escriba “DIOS”, teniendo en cuenta tanto el pensamiento hebreo como su escritura, la palabra no posee necesariamente el mismo significado cada vez que la leemos.

Francisco Lacueva, reconocido teólogo con una vastísima producción literaria, nos ofrece una explicación acerca de los diversos nombres con los que se lo conoce a Dios. A saber: EL, Elah o Elohim, Adonai o Adonay, Yahveh o Yehovah, Shaddai, entre otros.

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Quiero detenerme en uno de ellos: el Shaddai, que suele traducirse como El Dios Todopoderoso”. En uno de los apartados de su libro acerca de la naturaleza de Dios, Curso de Formación teológica Evangélica, Lacueva explica:

Shaddai procede de “shad”=pecho, que en la Escritura se usa invariablemente con referencia al pecho femenino, de donde el niño impaciente y hambriento saca el alimento, el descanso y la satisfacción; de modo que podría traducirse por “El Todo-Suficiente”, que sustenta a Su pueblo, del que también espera fruto (Gén. 17. 1-8), y al que corrige para que lleve fruto (Job 5:17-25). (1987).

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En conclusión: aunque breve, la definición nos lleva a una lectura profunda acerca de la posición que ocupamos frente de Dios. Cuando Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu, le dijo al tentador: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Como Hijo Unigénito, Jesús sabía los múltiples atributos de su Padre. En este tiempo que nos toca vivir, el Todopoderoso, el “Shaddai”, al igual que un padre o una madre, nos sustenta como a niños impacientes esperando el alimento. Esa es su promesa.

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